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Las maldades del "malo"

Simplemente nunca me pude imaginar que mi colaboración de este mes fuese a comenzar con algo nefasto.

Simplemente nunca me pude imaginar que mi colaboración de este mes fuese a comenzar con algo nefasto.

Es lo último que hubiera querido, ya que si yo he dedicado toda mi vida a los viajes y al turismo, es justamente porque nuestra vocación es, sencillamente, la de proporcionar a los viajeros, dentro de la medida de nuestras posibilidades, un sentido de seguridad, una expresión de tranquilidad y de, obviamente, gozo; una alegría que proporciona la posibilidad de salir, conocer nuevos lugares, extasiarse con novedosos y bellos paisajes, descubrir deliciosas comidas, disfrutar de lugares de hospedaje maravillosos, extasiarse con hermosas puestas de sol en montañas o espectaculares playas; adentrarse en inspiradoras culturas milenarias en Medio Oriente o en las ruinas mayas de México y Guatemala o en la selva amazónica, o simplemente hospedarse en una gran ciudad y experimentar sus sonidos, sabores y olores, quedar atorado en un embotellamiento estilo San Pablo y tener la gran satisfacción de por fin llegar a un famoso restaurante con una higuera espectacular en medio de su principal comedor. De eso está hecho nuestro ADN.

No nacimos para situaciones negativas, no estamos aquí para cancelar planes de viajes, nuestra misión es mucho más importante, de acuerdo, podemos ayudar a cambiar de fecha, pero no queremos cancelar sueños, nos duele ver a los clientes de nuestros amigos agentes de viajes decepcionarse por no poder lograr su sueño dorado, una luna de miel, un safari fotográfico en África, un “simple” viaje a la playa de fin de semana. Qué sensacional es el poder hacer tu viaje, bajo tus condiciones, con la persona a la cual sueñas satisfacerle sus deseos acompañándote en ese viaje quizás deseado durante años o de último minuto, pero que significa todo para ti.

Y de repente aparece el malo (muy malo) de la película. Al que no puedes ver, pero sabes que se esconde cerca de ti acechándote, al que solo puedes derrotar lavando tus manos frenéticamente al grado casi de sangrado. El malo viaja a través del mundo en Primera, Business o Económica sin pagar boleto, más bien viaja cómodamente en algún lugar del sistema respiratorio de algún inocente que lo acarrea, sin querer, a lastimar a la humanidad.

En lugar de cumplir los sueños de los viajeros, el malo de la película ha recluido en casa a aquellos que elaboraban esos viajes, así como a los viajeros que, quizás muchos, no puedan lograr su sueño de viajar próximamente pues este ente malo logró que su economía cayera al grado de tener que posponer indefinidamente sus planes. Pero seamos optimistas, “no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo aguante”, o algo así.

Escribo esto con un sentimiento indescriptible, sé que el mundo no será el mismo después de que el malo desaparezca aunque, casualmente mientras escribo esta nota en reclusión en mi casa, en la cercanía escucho el característico silbido de un personaje entrañable de la cultura urbana de la zona metropolitana de Ciudad de México, el vendedor de plátanos asados, silbido que todos reconocemos, característico de las tardes en la ciudad, faltando seguramente dentro de unos minutos el clásico cántico del tradicional vendedor de los calientitos tamales oaxaqueños. Ya por la mañana pasó la camioneta ofreciendo comprar cualquier cosa de desecho en las clásicas calles de la urbana zona metropolitana.

Volviendo al tema, sin duda hay cosas que no cambian, pero el nuevo malo hará que el mundo que conocemos no sea el mismo. Nuestra fiel esperanza es que el medio al que pertenecemos resurja fortalecido, que pueda resurgir económicamente fuerte y logre satisfacer los deseos de la mayoría de los seres humanos con los que compartimos nuestro planeta y que el malo sea erradicado de nuestro mundo globalizado.

Por Jorge Sales (en reclusión inducida), presidente de Sales Internacional.

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