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Del Big Data al Small Data

Desde su desembarco en el sector turístico hace más de cinco años, el concepto del Big Data no logró imponerse en la industria. En primer término porque los empresarios del sector encuentran dificultades al momento de invertir en recursos humanos y tecnológicos especializados en esta materia.

En los últimos años se han escrito infinidad de textos sobre la revolución del Big Data y las ventajas de transformar todo lo que hacemos, a cada momento, en predicciones plausibles de ser capitalizadas por empresas y gobiernos.

Entonces, ¿qué es el Big Data? Conocidos también como macro datos, se refiere a una cantidad enorme de datos proporcionados por millones de personas en sus distintas interacciones virtuales y digitales, y cuyo reto más importante es ser procesados, cruzados y analizados por las distintas empresas, para estructurar así sus estrategias comerciales.

De hecho, se supone que la revolución del Big Data ofrece enormes oportunidades al sector turístico, y que la capacidad de rastrear e interpretar nuestra huella digital es la llave para la supervivencia de las empresas y la clave de las ciudades inteligentes para atraer y administrar eficientemente nuevos y más viajeros.

Sin embargo, la utilización de esta herramienta no se ha expandido significativamente en el sector hotelero, ni en la región ni a nivel global.

 

EL LADO A.  

Antes de iniciar un análisis sobre su utilización, bien vale recordar que el Big Data surgió como una nueva manera de acceder a datos de clientes a través de diferentes tecnologías, como el pago con tarjeta o la conexión del dispositivo móvil en el caso de la industria hotelera. Se trata de información que incrementa el conocimiento sobre el público objetivo y permite definir sus preferencias.

Asimismo, se requiere de un conjunto de herramientas, aplicaciones y sistemas de procesamiento para almacenar, procesar y explotar los datos. Además, para que este proceso sea exitoso deben estar garantizados ciertos criterios, como el volumen de la información, la velocidad en el acceso a la misma, la variedad, veracidad, viabilidad, visualización y, la más importante, el valor de los datos.

Ahora bien, ¿de dónde proviene esa información? Existen diversas fuentes. En primer lugar, lo que se conoce como “open data” o datos abiertos hace referencia a la información que las organizaciones hacen públicas, como gobiernos, municipios, periódicos de investigación o consultoras, entre otros. En segundo lugar, las empresas o entidades también venden los datos que recopilan comercialmente; mientras que la tercera y la más relevante de las fuentes es la que una empresa revela de sus clientes a través de encuestas de satisfacción o consultas de intereses.

En cualquier caso, la clave del éxito está en cruzar la información obtenida a través de las diferentes fuentes para llegar a mejores conclusiones sobre los cambios o las preferencias de la demanda.

Asimismo, todo este conocimiento recopilado ofrece un amplio abanico de posibilidades para las empresas al momento de definir y optimizar sus estrategias de ventas, innovar en servicios y mejorar la toma de decisiones y la gestión de los negocios.

Consultado sobre la aplicación del Big Data en el sector hotelero, Jordi Busquets, director de JJB& Tourism and Hospitality Consulting e integrante el panel de expertos de la OMT, remarcó: “El Big Data es un sistema analítico que potenció los cambios en la cadena de valor de un hotel que iniciaron años atrás Internet y las redes sociales. En el corto plazo será imposible imaginar un programa de recepción de huéspedes sin un mínimo conocimiento de los gustos, necesidades y aspiraciones de los mismos. De hecho, uno de los primeros establecimientos en poner en marcha esta tendencia fue el Hotel Bécquer Sevilla, en España. De todos modos, hay que entender que la utilización del Big Data debe ser parte de una visión sistémica de la empresa y requiere de una planificación y ejecución integral”. A lo que agregó: “El análisis del Big Data contribuirá a la detección, estudio y conocimiento de las actitudes de los viajeros hacia las marcas hoteleras”.

Por su parte, consultada por la utilización efectiva que hacen los hoteleros del Big Data en América Latina, Patricia Boo, directora del Área América del Sur y Central de STR, comentó: “Todas las regiones del mundo presentan algunas diferencias graduales en el proceso de utilización de esta herramienta. No obstante, los datos y el análisis de los mismos se han convertido en una parte crucial de muchas industrias mundiales y, a medida que la tecnología continúe evolucionando, también lo hará la cantidad de empresas que se sumen al Big Data. Esta ha sido la tendencia durante la última década y no vemos que eso vaya a cambiar en el corto plazo”.

 

EL LADO B.

No obstante, y más allá de los buenos augurios sobre esta herramienta, aún no se hizo palpable su aplicación con éxito en el sector turístico.

Al momento de enumerar obstáculos para la explotación del Big Data, Busquets comentó: “Si bien las empresas están capacitadas en esta materia, también es cierto que la innovación va a velocidades diferentes en los distintos mercados, a veces por tener dificultades para acceder a las tecnologías y otras por falta de recursos humanos para trabajar en esas posiciones dentro de los hoteles. Hay que recordar que gran parte de los trabajos mecánicos en esta industria serán reemplazados por una máquina. Por eso se deben formar cuadros capaces de pensar y concebir historias que provoquen emociones y generen experiencias innovadoras para los huéspedes”.

Asimismo, otro de los perfiles del tema que vale la pena analizar es la preocupación por la transparencia y el respeto a la privacidad que plantea la utilización masiva de la información. Sobre este tema, Martin Lindstrom explica en el libro “Small Data. Las pequeñas pistas que revelan grandes tendencias” que “los consumidores tienen miedo de que otra persona o compañía conozca demasiado sobre ellos. En un mundo transparente, hiperconectado y en el que se revelan constantemente detalles de la vida privada al mundo virtual, los conceptos de privacidad y exclusividad se están convirtiendo en un lujo”. 

 

HUMANIZACIÓN DE LOS DATOS. 

Es así como un nuevo concepto está surgiendo para dar respuesta a algunas de las dificultades que presenta el procesamiento de gran cantidad de datos, muchas veces desvinculados entre sí y poco relevantes. En su trabajo sobre la irrupción del Small Data, Martin Lindstrom plantea cuáles son las dos dificultades que exhibe el Big Data y dan paso a la necesidad de los datos personalizados:

• El Big Data no favorece el análisis en perspectiva, dado que trabaja sobre bases de datos que son muy aisladas. Cuando una firma explora el Big Data de sus clientes de manera online, únicamente procesa las transacciones virtuales, dejando afuera las compras en los locales tradicionales y cualquier posibilidad de vincularlas o analizarlas en conjunto.

• El Big Data no favorece el análisis de las emociones que impulsan a una compra o la afinidad con una marca. La información que brindan estos datos deja afuera conceptos como lo bello, lo sensual, lo atractivo o lo lindo; de modo que no permite conocer por qué un cliente “se enamora” de una marca y no de otra.

En tal sentido, el autor plantea que para conocer las preferencias de un cliente es necesario bucear en los pequeños datos offline y online, para así descubrir cuáles son sus deseos no atendidos e identificar los cimientos para una nueva marca o la generación de un nuevo producto o servicio. La integración de los grandes y los pequeños datos será el ingrediente crucial para la supervivencia y el éxito de las empresas durante el siglo XXI.

Ahora bien, ¿qué entendemos entonces por el Small Data? Son esos pequeños detalles que conforman nuestros gustos o preferencias como consumidores: los programas de televisión que vemos, las comidas que elegimos, lo que guardamos en los cajones de la mesita de luz o en la heladera, los libros que atesoramos, las descargas que hacemos en Internet, lo que llevamos en la cartera, el perfil de Facebook, el tiempo de conexión en Twitter o el uso de emoticones en Instagram o Snapchat, entre otros. Obviamente, un pequeño dato por sí solo nunca es lo suficientemente significativo para enunciar una hipótesis, pero sumado a otras observaciones y percepciones del mundo de una persona pueden servir para conocer su perfil como consumidor.

En tal sentido, el autor explica: “A medida que más servicios y productos migran al universo online y la tecnología permite comprender el comportamiento humano en tiempo real, mucha gente llega a creer que las observaciones y las interacciones humanas son irrelevantes. Pero yo estoy en total desacuerdo. Más aún, teniendo en cuenta que el 90% de lo que la gente transmite en una conversación son señales no verbales, nuestras identidades verdaderas pueden encontrarse estudiando nuestros gestos, hábitos, fobias, dudas, contraseñas, tuits y actualizaciones de estados, entre otros pequeños datos”.

De hecho, en su libro Lindstrom sentencia que “para Google, a pesar de que cuenta con 3.000 millones de internautas, que identifica que el 70% de los compradores online visitan Facebook y que accede a las 300 horas de videos que se suben a YouTube cada minuto, sólo tiene una información limitada sobre los consumidores. De modo que recientemente salió a la búsqueda de consultores que le brinden Small Data para definir mejor el perfil de los nuevos consumidores”.

FUENTE: del-big-data-al-small-data-

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